Una superficie no porosa es aquella que no permite el paso de líquidos o gases a través de ella. Esto significa que no absorbe los líquidos o gases que entran en contacto con ella. En cambio, estos se mantienen en la superficie como una película o se evaporan rápidamente, sin penetrar en el material.
Las superficies no porosas son comunes en muchos materiales sintéticos como los plásticos, los vidrios y los metales pulidos o lacados. Además, también se utilizan en la construcción de edificios y en la fabricación de equipos médicos y electrónicos, ya que son fáciles de limpiar y desinfectar.
Por otro lado, aunque las superficies no porosas se consideran más higiénicas y resistentes, también pueden presentar algunas desventajas en ciertas situaciones. Por ejemplo, quizás no sean adecuadas para ciertas aplicaciones que requieran una buena adherencia, tales como el pegado, la soldadura o el revestimiento.
En resumen, las superficies no porosas son aquellas que no absorben líquidos y gases, y son comunes en muchos materiales sintéticos y edificios. Aunque se consideran más higiénicas, también presentan algunas desventajas en ciertos usos.